sábado, 31 de octubre de 2015

MIMOS




Y son los kilómetros los que hinchan los cuerpos, y es en los centímetros donde se mezclan los alientos, y son las palabras las que hacen vibrar las cuerdas de las arpas mientras la imaginación corretea por las camas.

Y es cuando el deseo corta, igual que un bisturí a una pelota, cuando el aire explota y se abalanzan las bocas, hambrientas la una del hambre de la otra, buscándose comer y que la coman.

Dos trenes encarrilados, dos trenes trenes descarrilados, dos trenes chocando y volviéndose a chocar mientras el vapor acumulado comienza a silbar.

Un cuarto transformado en un cuadro de Picasso, por él ruedan piernas, labios y brazos. Caras con gestos torcidos, miembros de semblante erguido, verbos volviéndose obscenos y deseos de serlo sinceros.

Pausas infinitas, por las que ruedan sobre los cuerpos, gotas de sudor movidas por la imaginación, serpenteando recovecos, subiendo y bajando por glúteos y pechos, trazando líneas rectas a lo largo de brazos y piernas y que acaban en bocas boquiabiertas que están cada vez más sedientas.

Garras clavadas, miradas cerradas, espaldas arqueadas, compuertas abiertas, dan paso a la riada.

Y es en los temblores donde se aferran los seres, y es en la falta de aire donde se unen las mentes, y es en los ríos crecidos donde agonizan los peces relucientes que solo querían ser queridos, y que ahora, por fin, podrán darse mimos.




Photo credit: Rowena Waack / Foter.com / CC BY-NC-ND

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