lunes, 31 de diciembre de 2007

Suicidio

Vaya lío ayer, me intenté suicidar y casi me mato.

domingo, 30 de diciembre de 2007

LA PLAYA


Y la playa la visitó, vino sin avisar y sin que la esperaran, llegó en forma de mensaje. Era tan increible que lo más lógico fue pensar que no era verdad. Como todos los acontecimientos importantes e impactantes, esas cosas que son capaces de sacudir los cimientos de tu vida diaria y que marcan un antes y un después. Aferrados a desplazarnos por railes mirando por la ventanilla con los ojos cerrados, delegamos nuestro destino a relojes y calendarios que esquivan los baches por nosotros. La arena blanca la sacó de la rutina, tuvo que caminar por dunas enormes hasta alcanzar el mar, ese mar que hacía tantos años que no veía se le apareció delante. Se estremeció, se sintió pequeña, humilde y abrumada, ahí estaba, tan azul, luminoso y vivo como lo recordaba, varias horas le llevó asimilarlo, entenderlo y finalmente disfrutarlo. Allí en medio de la imensidad flotanto, mientras la acariciaban las suaves espumas de las olas se preguntaba como había sido capaz de vivir tanto tiempo alejada del mar.

viernes, 28 de diciembre de 2007

CARTA PERDIDA

No sé lo que me ha llevado a escribir esta carta, pero lo que es seguro es que ha sido un cúmulo de pequeñas circunstancias influidas por las fechas, aunque sólo ellas está claro que no han sido, si no pudieron las dieciséis anteriores no iban a ser estas Navidades diferentes. Todo empezó hace dos días cuando yendo a cenar en Noche Buena a casa de mis padres acabé aparcando delante del Colegio Evaristo Valle, recorrí la valla exterior y la luz entrecortada que se colaba entre los barrotes me proyectó una película en blanco y negro cuya banda sonora eran risas y gritos que recorrían el patio y las aulas, que cabrón el tiempo, como hornea los recuerdos poco a poco para servírtelos en su punto justo, tiernos por dentro y crujientes por fuera. Mientras me iba alejando me alegró comprobar que la valla de madera del jardín que habíamos hecho en 5º curso seguía en pié, me acordé como cada uno de nosotros había cortado, lijado y pintado una de las piezas, al final todas eran distintas, unas más altas, otras más estrechas, otras más gruesas, como reflejo de cada una de las almas que habían puesto su ilusión en ellas. Finalmente unidas habían logrado resistir el paso del tiempo, seguramente mejor que alguno de sus creadores que vagaban solitarios por el mundo con una capa de barniz de menos. Seguí mi camino a casa y el trayecto se me hizo cortísimo, y es que ya no había kioskos, ni balones, ni bicicletas, solamente coches que no servían para utilizarlos como porterías.
Hoy volví al hogar paterno a devolver los tapers vacíos de los excesos y fue entonces cuando se cruzó en mi camino una caja de madera que creía perdida en el fondo de mis recuerdos, aletargada dormía enterrada esperando que la descubrieran. Arqueólogo y protagonista en este caso eran la misma persona, al abrirla una luz increíble me guió a otra dimensión llena de fantasmas apilados, el la base encontré ocho que habían venido desde Cádiz con acento asturiano, ocho sábanas manchadas por una niña que me cautivó y que no sé como se me había escurrido entre los dedos. Los sobres se habían vuelto a cerrar por el peso del tiempo, cada vez que abría uno me sentía igual que la primera vez que me habían visitado. Recuerdo recogerlos de la portezuela de las ilusiones que ahora ya sólo recibe felicitaciones de empresa y cartas con más números que letras. Reviví como las ocultaba en el bolsillo y las iba acariciando mientras el ascensor me hacía subir más rápido de lo habitual, comía pausadamente como tratando de controlar el ansia por leerlas, pero siempre que tenía carta me saltaba el postre para poder asimilar mejor el dulce que me enviaban por La Ruta de la Plata. Una a una las leí y comprobé con tristeza como la letra redondeada que al principio corría alegremente por campos de ilusión se iba partiendo y acababa afilada como el electrocardiograma de un moribundo. Hice números y me dí cuenta que me tocaba escribir a mí.
Espero que la Natividad que está leyendo haya cuidado de la Nati que conocí y que les vaya muy bien a las dos.
Si es otra persona la que lee y le ha gustado la carta espero que haga todo lo que esté en su mano para buscarla y contarle la historia, una de esas bonitas historias que a veces suceden en Navidad.
Un beso enorme donde quiera que estés.

viernes, 21 de diciembre de 2007

jueves, 20 de diciembre de 2007

10 AÑOS

Recorría las calles de siempre pero con zapatos nuevos, se dirigía como todos los días al bar donde tomaba el café habitualmente, sin embargo todo olía a fresco, todo se veía con más color, todo sonaba distinto. Igual que cuando viajas lejos, que al principio tienes al país recorriéndote a ti por dentro. Tenía una cita a en punto y eran menos cuarto, ya se había asegurado esa mañana de ser puntual, le pidió a su despertador que le avisara media hora antes, porque quería ducharse, afeitarse y vestirse con tiempo suficiente para poder darse el visto bueno. Esa mañana en su pasarela de belleza eventual a punto de concederse un más que merecido 9,5 en estilo, notó que la persona que se reflejaba en el espejo estaba más nerviosa que él mismo, inspiró profundamente y expulsó el aire lentamente, se guiñó un ojo y salió por la puerta con paso decidido pero con pies torpes. Entró en el bar, saludó al camarero que le devolvió el saludo girándose hacia la cafetera para preparar un cortado, al volver con el pedido se extraño de no encontrárselo en la barra leyendo el periódico, sin darle mayor importancia cogió una bandeja y transportó la dosis de cafeína requerida a la mesa más tímida del local. Allí sentado en su nuevo emplazamiento dirigió su mirada a la entrada del bar que tenía juso enfrente, la ubicación era digna del mismísimo John Wayne, el contraluz perfecto para emboscar al malo malísimo. Observó la taza, la giró hasta que el asa estaba orientada hacia su derecha, rasgó el sobre de azúcar y vertió el contenido dentro, mientras veía como la isla que se había formado sobre la espuma se iba desmoronando poco a poco, se puso a pensar si la reconocería, si habría cambiado mucho, si seguiría tan guapa como la recordaba, ¿Qué le diré?¿Me levanto y la abrazo?¿Espero a que se aproxime ella? extrañamente ninguna de las opciones que barajaba era la que le gustaría realmente. Miró el reloj y el minutero señalaba a la puerta, tomó un sorbo de café, lo posó, volvió a mirar el reloj, luego la puerta... repitió esta operación con cada trago, hasta que apurando el último sorbo descubrió por encima de la taza una figura femenina que entraba al local, bajó lentamente el brazo mientras aguantaba la respiración, la luz que se colaba por la cristalera de la entrada hacía que apenas pudiera distinguir más que la silueta, lo que estaba claro es que se dirigía hacia él, mientras avanzaba por el bar los halógenos le echaron un cable y haciendo una reverencia la iluminaron, la reconoció enseguida ya que llevaba puesta la sonrisa de siempre, esa sonrisa que le había hecho soñar, volar, sentirse el hombre más fuerte del mundo, esa misma que le había roto el alma, y no contenta se había quedado a vivir dentro de él. A duras penas se incorporó, tenía el pulso parado y fue incapaz de dar un paso, ella siguió avanzando y se detuvo lo bastante cerca como para incomodar a un extraño, sus ojos se miraron por dentro y pudieron ver el sufrimiento respectivo a través de una película borrosa que luchaba por deslizarse por sus rostros, antes de que esto ocurriera se precipitaron en un abrazo sentido, un abrazo de almas en el que los cuerpos eran meras tapas de libros cargados de historias, en ese momento en que se apretaban el uno contra el otro con las barbillas apoyadas en la base del cuello, de sus labios salió un "lo siento" seguido de "yo también", pero nadie, ni siquiera ellos pudo distinguir quién habló primero.

PASANDO PANTALLAS

Con las gafas nuevas que compré en la destilería se ve todo mejor, hoy estreno zapatillas con cámara de aire y me he comprado un equipo de música con sonido envolvente. Le doy la bienvenida a mis amigos y decidimos pasar la noche jugando a viedeojuegos antiguos, de esos que mientras vas pasando pantallas aumenta la dificultad. Al final tienes que matar al monstruo para rescatar a la princesa, pero por el camino necesitas conseguir fuentes de energía y sortear a los villanos que se interponen en los accesos, lo bueno es que aunque no rescatemos a la dama, durante el viaje nos echamos unas risas. Me encantan los videojuegos antiguos y las noches modernas.

COSTALERO

Los recuerdos que quería olvidar se salían del baúl cada vez que la miraba, el deseo de dejar de verla y poder tirar la llave luchaba contra gigantes con aspas de sentimientos encontrados, que giraban sin parar y no dejaban de golpearle "¿Dónde estás Sancho? ¿Dónde está tu lucidez? Sácame de este cuento! cúrame esta locura! quememos todos los álbunes, todas las cartas y todas las notas de amor...quiero poder caminar erguido y ligero, estoy cansado de ser costalero y tener que caminar al paso acarreando su imagen". Quería caminar sin miedo y sin remordimientos, pero tenía que haberse dado cuenta antes que la vida no es un cuento y que las perdices hay que ganárselas todos los días.

martes, 18 de diciembre de 2007

OJOS DE TRAPO

Sus almas tiene un agujero por el que se les escapan los abrazos y a sus manos torpes se les caen todos los besos, las caricias les resbalan por su piel de cartón y sus corazones se limitan a repartir el oxígeno por su cuerpo mecánicamente. Sus ojos de oso de trapo no parpadean y captan un mundo de color sepia al que se enfrentan cargados de recuerdos en blanco y negro, que se les antojan tan lejanos, que cuando los repasan parecen estar viendo un álbum de fotos ajeno y distante. Pasean dentro de unos trajes llenos de parches y remiendos que en su día habían sido cosidos para reparar heridas temporales, que finalmente se les han enquistado y ya forman parte de ellos mismos. No distinguen el frío, ni el dolor, ni el amargo y se han hecho inmunes a la lluvia diaria de la ambiguedad.
Todas las mañanas delante del espejo me lavo la cara y parpadeo dos veces antes de salir de casa.

sábado, 15 de diciembre de 2007

REFRANES

Si te aburres un día puedes dedicarte a cambiar los refranes. Funciona de la siguiente manera, todos los refranes se componen de dos frases, ej. "si el grajo vuela bajo" (primera frase), "hace un frío del carajo" (segunda frase). El juego consiste en añadir detrás de la primera frase la coletilla "entre las sábanas", y después de la segunda frase "entre las piernas". Comprobarás que en la mayoría de ellos obtienes un resultado bastante del original.

Si el grajo vuela bajo entre las sábanas, hace un frío del carajo entre las piernas.

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar entre las sábanas, pon las tuyas a remojar entre las piernas.

Quién bien te quiere entre las sábanas, te hará llorar entre las piernas.


Pijadas de la vida para echar unas risas

CENA

Estoy durmiendo en mi habitación y oigo ruidos en la entrada de mi casa, sobresaltado me incorporo en la cama, desorientado y asustado trato de asimilar la información, afino el oído al máximo… el silencio es roto por el suave crujir de las escaleras que confirma mis temores, alguien asciende lentamente por ellas y el susurro que oigo tras el crujido me confirma que al menos son dos personas. El pulso se me dispara al igual que mis pensamientos, tengo que decidir algo ya! Venga chaval que esto va en serio, lo primero que pienso es que tengo la ventaja de estar prevenido y que ellos no lo saben, descarto la emboscada, no tengo nada contundente a mano, estoy en ropa interior y fácil que ellos vayan armados y además me superan en número (dos a uno, por lo menos), se siguen acercando los pasos, y mis latidos se hacen tan fuertes que me hacen daño, noto la adrenalina que me sube por la espalda, ya es demasiado tarde para salir por la puerta, desde la mitad de la escalera ya me verían, busco a mi alrededor desesperado una señal, una indicación, una solución, pero sólo descarto ideas absurdas, la adrenalina ya empapa mi cerebro y la cabeza me va a mil por hora, los segundos se hacen eternos y tengo la sensación de llevar una hora sin respirar, noto como abren suavemente la puerta de la habitación contigua, ya no hay tiempo, ¿qué hacer? en uno de los barridos desesperados fijo mi vista en la ventana entreabierta de la habitación y me dirijo hacia ella más sigiloso que un gato cazando, sólo que en este caso la presa soy yo, la sensación de que pueden abrir la puerta en cualquier momento está presente a cada paso que doy, por fin llego a mi destino, me agarro al marco, trepo al reborde exterior y me descuelgo el metro y medio que me separa del tejado de abajo, curiosamente la distancia entre mi ventana y el tejado es mucho menor, pero en ese momento no le doy importancia, además es la primera vez que salto por la ventana, así que avanzo por el tejado en dirección a una chimenea tras la que me oculto, me agazapo en cuclillas, trato de recuperar la calma y pensar… mierda!! dejé la puta ventana abierta, me giro y veo el reflejo de una linterna y dos siluetas en mi habitación, en mi casa, hay dos personas dentro de mí casa… no puede ser, estoy acojonado, alucinado y atrapado, venga tío búscate la vida que esto es real… de reojo veo abajo en la acera dos siluetas que se acercan, de momento están lejos para verme, van cogidos de la mano y por la constitución parecen un hombre y una mujer, si, es una pareja que pasea por la penumbra de la madrugada, a cincuenta metros de mí edificio entran en una isleta de luz proyectada por una farola, se paran debajo, él la coge también por la otra mano y la empuja sin tocarla poco a poco hacia atrás, comienza un baile de esquivas que finaliza cuando se topan con la pared mientras la inercia hacen que sus cuerpos se sigan juntando, un último giro con el cuello antes de besarse me permite verle la cara a la chica, ostias, no puede ser, no no no, mi novia besándose delante de mi casa… no puede ser, abatido apoyo mi espalda contra la chimenea, cierro los ojos y me prometo que jamás volveré a cenar tanto antes de acostarme.

viernes, 7 de diciembre de 2007

VIAJE A LA LUNA

Hoy decidí acercarme a las espumas embotelladas del mar, la presión de los hierros retorcidos de mi alma se hacían insoportables, la gravedad de la tierra aplastaba mi cerebro y decidí comprar un billete a la luna en una agencia de viajes de luz tenue y cristales de colores. Necesitaba flotar libre, fue un pequeño paso para mí pero un gran paso para mi estabilidad emocional, con cada mirada al cielo me sentía más ingrávido, más libre y más seguro, y es que ahí arriba todo ocurre más despacio, las zancadas te llevan más lejos, tan lejos que sin darte cuenta acabas en el lado oscuro, en ese momento pierdes comunicación con la tierra...Houston tenemos un problema, pero tranquilos, nada que no se pueda solucionar mañana.

MUNDO MAGICO


Los cantos de sirena les hechizaron con promesas de mundos mágicos y maravillosos, hacía tiempo que escuchaban su melodía, pero últimamente éstos se habían vuelto más melosos y cautivadores y los escuchaban a todas horas imponiéndose sobre la tos cotidiana del tráfico, los gritos de los recibos del banco y los empujones de los horarios. Al contrario que a Ulises nadie les ataba y embelesados por la dulce melodía zarparon ligeros de equipaje, tras muchas millas de viaje avistaron una tierra totalmente distinta a todo lo que habían conocido o imaginado. En ella el sol les abrazaba suavemente, las olas les acariciaban con la ternura de una madre y el viento se dedicaba a hacerles cosquillas detrás de la oreja, en aquel lugar las estrellas bajaban todas las noches para arroparles y la luna les contaba en sueños historias que les podían ocurrir mañana. Eran un mundo sencillo en el que no había colegios y los niños aprendían jugando a ser felices de mayores, en ese lugar no existían relojes ni horarios, solamente había un viejo calendario con los días marcados en rojo. La gente se desplazaban en bicicletas por unas calles cuesta a bajo mientras en el Ipod escuchaban como todo el mundo les saludaba a su paso. No había lazos ni ataduras, eso sí, existían unos finos hilos que les unían con el mundo real, por ellos podían regresar cuando quisieran y por ellos podían venir también personas del exterior, aunque sólo los espíritus libres a quienes no les importaba el mañana y que no se acordaban del pasado se quedaban. En ese mundo decidieron vivir, y allí flotando en medio del mar arrojaron la brújula por la borda para no saber nada de rumbos ni coordenadas y poder viajar al pairo sin más frontera que el horizonte.

martes, 4 de diciembre de 2007

PERFUME

La sombra de su belleza era tan larga como la del atardecer y la precedía allí donde fuera, su cuerpo había sido moldeado por el mismísimo diablo, sólo él podía mezclar ese cuerpo explosivo con esa cara angelical, en una de sus más claras burlas a su antagonista.
Solían parar en una cafetería esquiva que tímidamente ofrecía sus servicios en una pequeña calle céntrica. Escogía a sus clientes haciéndoles serpentear varias veces entre callejuelas de sombras y muros estrechos de piedra antigua que la unían con el bullicio frenético de la ciudad, tras el maquillaje rancio de su fachada se encontraba un rincón acogedor en el que nadie pedía nada, no hacía falta ya que el camarero traducía los saludos de sus clientes en comandas, todo el mundo tenía su sitio a su hora. Ella tomaba cortado con dos de azúcar y lo hacía siempre en una pequeña mesa de mármol que había junto a la única cristalera del bar, con el periódico haciendo las veces de mantel pasaba las páginas sorbo a sorbo, él se sentaba en la barra, justo donde hace esquina, cerca de la entrada y desde donde tenía una vista directa de su diosa, desde allí podía observarla sin molestar ya que rara vez levantaba la vista de la mesa, su pelo moreno y ondulado solía estar aprisionado en un ramillete del que se escapaba parte del flequillo, que de vez en cuando se tenía que acomodar detrás de la oreja, aunque éste no tardaba mucho en escaparse como un niño travieso y juguetón al que le gusta provocar.
Un día él aprovechó para ir al servicio cuando ella se levantaba a pagar, quería comprobar si con los tacones de aguja que siempre vestía alcanzaba su metro ochenta, mala decisión, en el cruce su perfume le golpeó con la fuerza de un bate de béisbol dejándole medio noqueado, le costó llegar al baño sin tambalearse, pero lo que más le costó fue sacarse ese olor del cerebro donde se le quedó incrustado para siempre, ese mismo día recorrió la sección de perfumes de El Corte Inglés para comprar una porción de su belleza y poder tenerla consigo en un frasquito, que cual lámpara mágica sólo tendría que frotar y cerrar los ojos para que ella se presentara al instante. Después de ese día decidió que fuera su mente la única que recorriera los diez metros que los separaban, mil veces los recorrió él y mil veces ella, encuentros ideales vacíos de palabras y cargados pasión, y es que ¿Qué le podía decir que no le hubieran dicho ya? ¿Cómo ser original? ¿Cómo ser natural? podría pasarse toda la vida leyendo libros y no encontraría un piropo que le hiciera justicia y podría pasarse otra vida buscando uno que no le hubieran dicho ya. Sólo le surgían guiones baratos llenos de neblina y desenlaces anunciados.
Esa semana ella no apareció, no era la primera vez que lo hacía, en noviembre tenía vacaciones y no aparecía en todo el mes, entonces era cuando él en la intimidad de su casa aprovechaba para sacarla de frasco y disfrutar juntos de historias fuera del bar, echaba unas gotas en la almohada y soñaba feliz abrazado a su soledad, unas veces en playas paradisiacas, otras en una cabaña de madera perdida en el monte, pero siempre solos, siempre felices. Esta vez era febrero y no era normal, las dudas le atormentaron los cinco días y más porque él la semana siguiente tenía una convención fuera de la ciudad y faltaría a la cita diaria con su obsesión.
El domingo en el aeropuerto recorría los pasillos cruzándose con gente ausente que desplazaban su cuerpo por el edificio mientras su alma estaba al otro lado del viaje, al acercarse a la zona de facturación borracho de luces y carteles se tropezó con un carro que apareció de repente tras una columna, el carro era empujado por unos tacones en los que se calzaban unas piernas interminables, alzó la vista para disculparse y se topó cara a cara con su cama, con su almohada y con su perfume, sin tiempo a procesar lo que iba a decir su mente se la jugó y saludó al rostro familiar que tenía delante suyo, sintió que ese "hola" le acarrearía explicaciones vergonzantes que no estaba preparado para dar, explicaciones de quien, donde y porque, en una cascada de respuestas embarazosas que desembocarían en el reconocimiento de sus sentimientos hacia ella y peor aún, en la confirmación de su inexistencia como ser, de ser como parte de un mobiliario transparente en su vida diaria. Ahí se encontraban mirándose a los ojos cuando ella le devolvió el saludo con tono jovial y una sonrisa, la breve conversación que siguió al saludo se podía haber desarrollado perfectamente en un ascensor.
A su vuelta tiró las sábanas la almohada y el perfume y no volvió a pisar el bar nunca más.

Sastre

Se empeñan en hacer los trajes sin tomar medidas y cuando no te valen te echan la culpa a tí.