viernes, 4 de abril de 2008

LLUVIA ARTIFICIAL

Una navaja sentó sus nombres juntos en un banco hace muchos años, fueron otros nombres los que los separaron. Se habían visto más veces pero sin el vaso tan colmado, el gota a gota fue haciendo su trabajo hasta que los pilló confiados. No lo sabían o no lo querían saber, pero llevaban tiempo atrapados por un candado del que olvidaron la combinación, y mientras, les iban menguando poco a poco las paredes de la habitación.
Un día sus cuerpos ocuparon el lugar en que sus almas bailaban al son y se encontraron respirándose el aliento alternativamente, inspirando el uno del otro el aire caliente de su exhalación. Unos ojos color miel como la hiel, otros castaños color marrón. Sus miradas se emparejaron una a una, atravesaron las llamas del pasado y se lo dijeron todo, no parpadearon.
Un palmo la razón por encima del corazón, hizo rodar sus rostros por el costado y evitó el error. Se abrazaron con la fuerza suficiente como para darse la espalda y poderse alejar, sin querer dudar, para así ser físicamente fieles ante la sociedad.
Llenos de contradicción se refugiaron cada uno en una lluvia de interior. Él sacó un puñal artificial y se cosió repetidamente la pasión, mientras ella con el agua mirando al cielo trataba de borrar de dentro su deseo.

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