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| Foto: Lotus Carroll https://www.flickr.com/photos/thelotuscarroll/ |
Tras la puerta, un alma en pena, acarreando una condena en forma de cadena de millones de eslabones. Uno a uno, sube los escalones que la separan del salón de las ejecuciones. Su pelo tapando el rostro, intenta ocultar unas emociones que se escapan, cual efluvios, por los rotos de sus pantalones.
Toc, toc, toc, toc, llama el pájaro carpintero, cansado de picar siempre en otros cuellos:
"Quiero que me comas el alma, que me lo comas entero. Empieza por el cuerpo, sigue por los glúteos, luegos los pechos y finalmente el sexo, y trágatelo todo, todo, hasta el último cabello, engulle todo mi ser y quédatelo dentro, pero déjame los labios, esos yo los quiero, para que cuando termines de comer, puedas darme un beso".
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