sábado, 16 de junio de 2012

REHENES



Hoy los rehenes ya no se intercambian en los puentes, como en las películas de espías de la guerra fría. Hoy la guerra es igual de fría, y aún más cortante, y se desarrolla en portales, garajes, calles o parques; lugares escogidos por los 'jueces y partes' como zonas de intercambio neutrales.

En los conflictos más duros se obvia hasta el saludo, y el niño cruza desnudo los 3 metros de hielo que separan los extremos de un mundo infecto, del que él ya no es el centro. En el invisible telón de acero impera la ley del silencio y sólo se toleran los 'pórtate bien y se bueno', los 'el lunes nos vemos', los 'todos te queremos', y los 'venga vamos que nos esperan los abuelos'.

La pesada carga del pequeño aumenta día a día, y se va llenando de indirectas que desgarran poco a poco su alma abierta, mientras llora lágrimas de impotencia buscando unas respuestas que no llegan. En su mochila sólo hay frases vacías, frases vacías envueltas en dulces mentiras para tapar una boca en la que se apilan las tiritas.

Todas las noches se acuesta y sueña despierto con los buenos tiempos, aquellos tiempos que hoy le parecen ajenos. Cuando comían juntos viendo la la tele en la cocina, cuando mamá le reñía por no terminarse la comida, cuando le amenazaba con que papá vendría, y cuando papá venía y le amenazaba con que iba a llamar a la policía.

Sus recuerdos le reconfortan y atormentan en la misma medida, y todas las noches se despierta con la misma pesadilla, una pesadilla en la que vive una vida sin regañinas en la que le compran todo lo que él pida, y en la que puede comer chucherías hasta que le duela la barriga.

Sobresaltado, sudando, llorando y gritando se despierta en un cuarto, uno de tantos. Alguien cruza el pasillo intentarlo consolarlo, una voz se va acercando 'tranquilo mi niño estoy a tu lado, solo es una pesadilla' le dicen cariñosos dos brazos y otra tirita.





2 comentarios:

Amalida dijo...

Cuando eso le pasa a uno de niño es duro... y uno se siente tal cual lo describes...
Pero cuando uno es el adulto que lo provoca... se cree tener la razón y se llena de argumentos el corazón, de argumentos frios, dolorosos y vergonzosos...
Vergüenza de ver como repetimos la misma pesadilla que de niños tanto odiamos!!
Yo soy de las mamás que lamenta ver a sus hijos sufrir!

Fernando Ferrao dijo...

Los niños lo primero, claro que si Amalinda. Que ninguno pase por algo así, y si tiene que pasar que reciba mucho amor y cariño.