domingo, 6 de enero de 2008

TROZOS Y HUECOS

Tenían tan poco que se unieron para hacer uno, el día que se miraron a los ojos vieron que sus trozos encajaban y supieron que el hueco que faltaba no les importaba. Ese era el hueco de las ilusiones, de los "parasiempres" y de las cuestas sin frenos que la vida les había ido rompiendo a base de golpes, y cuyos restos se había encargado de llevarse el sordo fluir del llanto. No se exigieron mucho por lo poco que se podían dar, nunca hicieron planes para no tenerlos que cambiar, no soñaron para no despertar, jamás se abrazaron como si fuera la última vez y sólo se prometieron no prometerse nada. Con la maleta vacía de reproches viajaron de la mano y mientras viajaban lamentando lo poco que se habían dado, se dieron cuenta que se lo habían dado todo, y fue ese día cuando por primera vez cerraron los ojos al besarse.

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