En el castillo de la princesa hay una gran entrada,
dos puertas abiertas a la verdad
y un foso lleno de cocodrilos
para quienes la vayan a rescatar.
dos puertas abiertas a la verdad
y un foso lleno de cocodrilos
para quienes la vayan a rescatar.
Yo he visto a la
diosa, cubierta por su luz, sé sincero y la verás tú...
¿Y cómo hablarte
de ella?...
¿Cómo hablarte de
su belleza sin que tú desaparezcas?
¿Cómo hablarte de
su fuerza sin que tú la temas?
¿Cómo hablarte de
su vehemencia sin que tú retrocedas?
¿Cómo hablarte de
su grandeza sin que tú empequeñezcas?
Dulce es la cama que brota de su cara, un nido perfecto para la esperanza.
Potentes las guitarras que toca con sus garras, un rincón secreto
para la danza.
Profundas las palabras que afila como dagas, una huella eterna
para el alma.
Estribillos son los brillos que lanza su mirada, una nana perfecta
de paz y calma.
Vagan los hombres recios en pos de su hermosura,
blanden los estandartes y sus brillantes armaduras,
verdaderos muertos vivientes negando su sepultura,
afortunados necios, que solo alcanzan a ver lo que se cuela por
sus comisuras.
En un castillo hay una princesa que es diosa, mujer y hada, y que todo
se lo da, a quién no pide nada.
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