Y puede, puede que quizás, las acuarelas que salpican sus fronteras broten de sus propias venas, impulsadas por un corazón que bombea con la fuerza de una madre, de una hija y de una nieta, las cuales, habitan inquietas en una sonrisa eterna, que es morada para los que la quieran y espada para los que la teman.
Lo que silba el viento son susurros de otros tiempos, afilados cuchillos de acero envueltos en terciopelo.
viernes, 11 de diciembre de 2015
ACUARELA
Y puede, puede que quizás, las acuarelas que salpican sus fronteras broten de sus propias venas, impulsadas por un corazón que bombea con la fuerza de una madre, de una hija y de una nieta, las cuales, habitan inquietas en una sonrisa eterna, que es morada para los que la quieran y espada para los que la teman.
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