Largo es el trecho que nos separa del estrecho, una ruta plateada que en el mapa parece que baja.
Una costa ventada y soleada que mira a África con unas verdes montañas, al menos, más verdes de lo que imaginaba.
Como Quijotes buscamos nuestra propia quimera, un lugar que lo tenga todo en la tierra, sol, mar, arena y también una princesa.
Hay molinos con los que batallar y toros con los que lidiar, y hasta una torre de babel poblada por rubios ensortijados que vuelan por la mar, Vikingos que cabalgan el viento, y que vienen y se van con él.
En la mente un horizonte, en el horizonte un continente, y en el continente el contenido de un sueño latente.
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