El guión de su vida lo escribía con tinta roja. Unas piernas interminables la llevaban de puntillas por baldosas rosas y negras. Tardes de respiraciones contenidas, lunas de ilusiones cantadas y mañanas de pulso atragantado hacían que sus lágrimas intimaran con su sonrisa todos los dias. Corría más que su corazón y se adelantaba a buscar los besos que no le llegaban. Todas las noches dejaba notas bajo la almohada que se transformaban en flores por la mañana, y así con todo, convertía segundos en horas, horas en minutos, roces en abrazos, abrazos en ahogos, anhelos en tragedias, tragedias en dramas y enfados de mentira en reconciliaciones de verdad. De dos caracteres sacaba conversaciones eternas, y de dos besos noches eternas sin conversaciones. Giraba al doble de la velocidad del mundo, te llevaba o te atropellaba te elevaba o te arrollaba, te caldeaba o te quemaba.
Todas las mañanas flotaba tras la barra donde yo tomaba café, al preguntarme como lo quería yo siempre le decía con pasíon, por favor.
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