COGIENDO ACENTOS

Foto, Guille Pando http://puertodenaufragos.blogspot.com/

- ¿Qué tal el viaje?

- Bien, un poco pesado, pero todo bien. ¿Y tú, cómo va todo?

- Bueno, acá ya sabés, la cosa siempre está jodida, pero no nos podemos quejar ¿Tomás algo?

- Si, una cerveza, gracias.

- ¿Es la primera vez en Argentina para vos, verdad?

- Si, ya tenía ganas hace tiempo, pero nunca me había cuadrado... al final ya ves, ha tenido que ser por trabajo.

- Espero que a finales de semana tengamos un poquito de tiempo para que conozcás algo de Buenos aires.


Me encantás, como avivás el juego, como rasgás los luceros, como afilás el deseo con tu verbo gallego. Y vos tomás, y tomás y no me tomás, y yo, yo ya no puedo más, quiero acallar tu boca, frenar tus palabras que me trastornan rebotando por mi cuerpo cual pelotas de goma.

- Mañana hay que estar en la oficina a las ocho de la mañana ¿Verdad?

- Si, pasará alguién de la empresa a por vos a las siete y media, seguramente Marga ¿Te acordás de Marga? estuvo conmigo en la reunión de primavera en Madrid, una chica pelirroja...

- Ah si, Marga, vale, vale, ya me acuerdo.

Hasta la palabra más inocua me provoca, la sensualidad de tu acento se me mete dentro y entre trago y trago no veo el momento de precipitar el encuentro, mientras me quedo parado, un mundo antes del amago. Enredado en tu lengua que me envelesa, me siento presa de tu cantinela, y con cada seseo avivas el deseo que tu voz me prendió, desde el primer "vos". 

- ¿Querés tomar algo más?

- No no, por mi estoy.

- Tengo el auto acá mismo a la entrada ¿Vamos?

- Si, la verdad que tengo ganas de llegar al hotel y echarme un rato.

- Son apenas 20 minutos, enseguida llegamos.