Amo ese momento en que hablamos y
callamos, en el que bailan nuestras manos por la pista de nuestras ropas, en el
que te toco, en el que me tocas, y en el que se juntan nuestras bocas.
Cuando lo más limpio es jugar sucio,
cuando la razón es la enajenación, cuando me falta el aliento, cuando mi reino
es tu reino y reinas con firmeza blandiendo el cetro con tu mano regia.
Cuando el rigor te impide pensar en
otros, cuando la sangre te nubla el nosotros, cuando te aíslo a empellones y te
pierdes con mi hombría en tus sucias ensoñaciones.
Cuando unidos por la mecha, sueñas con
que ésta se encienda para poder explotar, cuando me pongo duro y te empujo, lo
justo, para que no abandones sin mí este mundo de procacidad.
Cuando una y otra vez, firme y
suavemente, te violo la mente, dejándote entre la vida y la muerte sin fuerza
ni voluntad, con un verbo inerte que se ahoga en su propio respirar.
Cuando clavo mis ojos en tu agonía y me
gritas sin hablar, que te abandona la vida, que ya no puedes más y que
necesitas una vía por la que poder escapar.
Es entonces, cuando nos elevo a 1 metro del suelo y te
mantengo sin volar, entre el cielo y el infierno, un segundo, un minuto, un pequeño
mundo de ingrávida maldad, en donde espero a que te desbordes en un flujo mutuo de sinceridad.
2 comentarios:
Guau, que hermoso... felicidades al autor.
Muchas gracias Amalida.
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