Al final está la luz. Foto: Isaac Gallo
Un ente hiriente que te recibe al entrar en casa, frío, vacío, e implacable te persigue a todas partes. En el salón, en esa jarapa que ya nunca más se arrugó, en la cocina, en un cuenco que ya no tiene comida y en el timbre del telefonillo que ahora suena sin ladrido.
No quiero que desaparezcan los pelos blancos de mi ropa, quiero que no duela tu nombre en mi boca, quiero lanzar fuerte la pelota y que vuelva rota.
Ahora la pelota está entera, y yo intentaré estarlo aunque sea por fuera.
Ánimo amigos.
8 comentarios:
La pelota rueda y rueda hasta que se para, "algo" que sospecho nos sucederá a todos.
Lánzala de nuevo, que ya habrá quien la recoja para jugar otra vez.
Un abrazo y lo siento mucho.
Gracias, aunqu esto se lo escribí para zurdi, que se le murió el perro hace un par de semanas y anda fastidiado.
Un saludo W.U.
LLego aquí a través de la pestaña: Siguiente blog. Llego y me gusta lo que leo, no la triste ausencia de esta entrada, sino tu verbo para explicarla.
Salud.
Gracias Juanma por tus elogios, me alegra que te haya gustado y te invito a pasarte cuando quieras.
A Raul Gonzales, lo mismo y gracias por los enlaces, les echaré un vistazo con calma.
Necesito un cafe muy largo.
Publicar un comentario