Foto Guille Pando http://puertodenaufragos.blogspot.com/ |
Tres horas de ida y tres de vuelta, tres
horas de ida y vuelta tras tres años con la puerta entreabierta, tras tres años
de una amistad en penumbra, tras tres años de duda, de olvido, y de amargura viviendo
en la cara oculta de la luna, presumiendo oxidada aquella cerradura.
Tres horas de empacho de carretera, de
hambre de cabeza, de un vacío dormido que despierta, de una reacción incierta,
de fantasmas de bajeza, de risas de nobleza, de recuerdos de encuentros de cuento,
y de lágrimas de buenos y de malos momentos.
Tres horas para deshacer tres años mutilados, para recorrer trece mil kilómetros a nado, para reconocer mi naufragio
y mostrarme desnudo y mojado, para tenderte exhausto mi mano, para que me subas
de nuevo a tu barco y naveguemos osados como antaño.
Un 'lo siento' que no hizo falta
pronunciar,
un 'te perdono' que estaba de mas,
una hermandad intacta que la distancia sólo
pudo estrechar,
un nudo en un abrazo que el tiempo sólo ha
podido apretar,
y unas lágrimas que rodaron, de nuevo, de felicidad.
La amistad es un contrato sin cargo que
jamás podrías pagar.