Foto: Guille Pando http://puertodenaufragos.blogspot.com/ |
De la tierra brotó la siembra y el deseo se hizo hombre, y se hizo hembra, y brazos y piernas rodaron por la hierba. Los labios pronunciaron los nombres de dos extraños mutuamente ignorados durante años, y prescindiendo del verbo se hablaron, y se acallaron.
Todas las piezas del Tetris se despeñaron cuesta abajo, las caderas chocaron, los cuerpos se convulsionaron y los huecos se llenaron con pellizcos, arañazos y bocados. Dos ofidios enroscados, resbalando absortos, frotándose la base del tronco, rostro contra rostro, respirándose el placer el uno al otro.
A medida que aumenta el pulso, el pulso aumenta, y los músculos se tensan, y las anclas se elevan, y las almas abandonan la tierra para navegar etéreas en la confluencia de unas aguas ígneas, que borbotean extasiadas al ser mezcladas.
Al pairo derivaron abrazados, mientras se restaban los años, dejando como único rastro el humo gris de un cigarro.