
Con dos hombros y una cojera caminamos por la carretera de los corazones en pena.
Ánimo de amiga, aliento de compañera, y calor de alma y de cadera hicieron de la vida, vida y no espera.
Lo que silba el viento son susurros de otros tiempos, afilados cuchillos de acero envueltos en terciopelo.