sábado, 25 de junio de 2011

SOBREVOLANDO EL TIEMPO




Una de las cosas que más me gusta de los aviones es que te den la prensa. Normalmente viajo en Business, pero hoy por primera vez en mucho tiempo, no. Perdido en mitad de la clase turista, tanto física como mentalmente, mi mayor preocupación me la transmitía el ver como la azafata repartía diarios, y como poco a poco, se les iban acabando tanto los ejemplares, como las opciones de escoger periódico, por lo que se me hizo eterna su llegada, hasta que por fin me preguntó:

- ¿El Mundo o La Razón?
- Deme El Mundo, gracias.

Me sumergí entre sus páginas, y viajé por su austera tipografía acompañado de su tacto áspero, mientras un entrañable olor a domingo me acariciaba la cara cada vez que pasaba página.

Saboreé cada artículo con calma, con concentración exquisita, y sufriendo un poquito cada vez que pasaba página. Tenía por delante un viaje largo, y a la espectativa un suceso amargo.

"Destacado empresario aparece muerto en extrañas circunstancias"

Su cuerpo fue encontrado en su vehículo totalmetne calcinado en un polígono industrial de Getafe.

La polcía sigue investigando, y está a la espera de los pertinentes análisis del laboratorio y del instituto forense.

El conocido empresario de 49 años residía en el barrio de La Moraleja de Madrid, tenía esposa y 4 hijos..."

Lo releí una o dos veces, cerré el periódico, lo plegué por la mitad, lo puse en mi regazo, apoyé mi cabeza en el marco de la ventana y me perdí en los recuerdos, mezclados con la imángen de un coche consumido por las llamas... pobre Mariví, empecé recordando la época de la facultad, el primer día que la vi, en la cinta blanca que le recogía su pelo negro, en los libros apretados sobre el pecho, en sus planes disparatados, que bien mirados no lo eran tanto, en aquella sonrisa que hoy la vida le habría borrado de un plumazo. Veinticinco años casados habrían hecho el próximo año, que bien lo pasamos en aquella boda, cuánto bailamos, que pintas con los trajes acampanados, las patillas y los bigotes largos que algunos no se afeitaron. Luego los niños, primero Andresín, que rico era, muy tranquilo y calmado, tan correcto y educado, ahora estaría viajando desde Londrés, en donde estaba trabajando. Pablo, el terremoto, "El Pulga" lo llamabamos, que guerra dió, ahora está más tranquilo, acabando la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas, a ver si lo caza una mujer que lo amarre corto. Las gemelas, Lucía y Carla, vinieron sin esperarlas, bueno sin buscarlas, pobrecillas, 15 años lo que estarán sufriendo.

Cogí de nuevo el periódico para ocular mis lágrimas, me sequé con la manga y comencé a pasar páginas, por pasar y sin ganas hasta que me di de bruces con las esquelas, tan frías, tan austeras y tan politicamente correctas.

Había unas cuantas, del club de golf, de la asociación de empresarios, de sus amigos, de la familia... todas comenzaban igual Júan José López de Madariaga, Júan José López de Madariaga, Júan José López de Madariaga, que raro sonaba leer mi nombre en aquellás páginas.



4 comentarios:

Una dijo...

vaya, me has dejado sin palabras y con un montón de preguntas, una de ellas es si hay algo tan grave que se haya podido hacer para que nadie deba hacer creer a su família que ha muerto. Casi, es más humano, quitarse la vida.
Me ha gustado el relato, es de ésos que no responden a todas las preguntas, que la información es mínima pero que, dada la historia, el porqué tampoco importa.

Fernando Ferrao dijo...

Respuestas hay muchas, pero cada uno le dará las suyas. A mi me gusta pensar que es una situación económica desesperada que con su muerte resuelve para su familia...
Muchas gracias Aina, un saludo.

Gelu dijo...

Como siempre, Fer, muy bueno ... Me encanta leer todo lo que escribes. Ya son varias las veces que lo pienso y creo que deberías de animarte algo mas serio.... Enhorabuena Fer.

Fernando Ferrao dijo...

Muchas gracias Gelu, estoy esperando que una editorial me pague un año sabático para escribir un libro, jaja.